martes, 23 de noviembre de 2010

Capricho

Hoy entraste a la casa y ni siquiera me besaste la mejilla. Si, si, la mejilla.
Voy a horadar mi alma en pie entonces, hacer de mis ojos la sal del viento, de mis labios dientes que sangren Otros, de mi lengua piedra, mi pecho continente de un horizonte en mar.
Y cuando sea, voy a ser reflejo de un viento venido de los cuatro nortes.
Mis pupilas, gris; sé que no hay luz que no me seque y que no hay grito que no remueva.
Erosiones, en eros, en erosión.