lunes, 22 de julio de 2013

El capitán planeta.

Inevitablemente para entender a alguien con reflujo gástrico y que se maravilla por la cantidad de soretes que hay por la calle hay que ver la belle verte y esquivar soretes en las veredas, inevitablemente dos personas van a coincidir en que les gusta el principito cortazar los banderines y amelié, se van a sorprender y a pensar que el otro es medio naif, por no decir medio boludo, estamos en la era, no de la liquidez, la liquidez es un concepto monetario, para darnos alcohol, pis, movimiento posporno, y hacernos creer que somos idiotas porque ahora nos gusta el proximo marido amante o novio, la verdad de la milanesa es que se van a sorprender todos, de que a los dos le gusta la pizza los beattles y woody allen, y van a hacerse los que no se entienden los dobles sentidos, y después si, y la manera de levantar en los bares ya directamente es: ¿vos sos varón o mujer? ¿vos tomás una pastilla para el reflujo gástrico o te parecés a tu papá? ¿vos viniste a un bar a vomitar odio o a divertirte? ¿sos pasivo agresivo? ¿nos dejamos de jueguitos? upa, caímos en la misma. Acá si que se coje, acá en la china, en el barrio de la esquina, rima, rima, rima la abyecta concepción del humano de que porque pertenece a alguna forma formal tiene que ser real, responder a alguna realidad de la que ellos tienen, que entró o encastró o la concha de su vieja, la mano que no para, juguete surrealista japonés para que la gente sea críptica en las exactas redes que no quiere usar, para ludificar el caos ordenado en la que se pierden las letras que no significan nada. Me cuentan que hay unos pescadores que tiran de cada extremo y las redes se hacen mierda, y en el medio el cuerpo. Me dicen que todos estamos a full con la misma serie, que los zombies son las masas y que la bilis chorrea por los colmillos de los bufones épicos que se sacan los ojos haciendo adaptaciones libres de edipo en la que se escupe al público y cosas así. Reformulamos, recalculamos, somos una burbuja de aire en el medio del vacío en el que se puede estar dos minutos sin respirar, en perfecto equilibrio.

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